Cada vez se conocen más datos sobre como influye la vinculación afectivaque se durante los primeros años de vida entre madre-hijoo cuidador principal-hijo, en el desarrollo posterior de éste como adulto y su capacidad para establecer relaciones.
Ya durante la gestación, la madre comparte las emociones con el bebe; estas se transmiten a través de las hormonas del estrés y la tranquilidad creando en el bebe estados fisiológicos correspondientes con los estados emocionales de la madre, que si se repiten habitualmente pueden contribuir a la formación de conexiones neuronales creando predisposiciones de carácter.
Algunos problemas psicológicos en niños y adolescentes como el miedo, la irritabilidad o el trastorno de atención con hiperactividad pueden estar relacionados con una predisposición adquirida durante el embarazo al estar sometida la madre a una fuerte situación de ansiedad.
Una vez que el bebe ha nacido es fundamental, durante los primeros años de vida, que los padres sean sensibles a las necesidades del niño, coherentes en sus respuestas y que estén emocionalmente disponibles, ya que es a través de estos que se regulara su estado emocional.
Los niños nacen con unas necesidades básicas que deben ser cubiertas para asegurar su supervivencia y su salud física y emocional.
Necesidades fisiológicas (alimentación, higiene, sueño…), necesidades de protección ante determinados peligros, de explorar su entorno, de jugar y de establecer vínculos afectivos.
Es de esta última necesidad de donde surge el Apego, que es ese vinculo especial que se produce entre el niño y un grupo reducido de personas (padres, familiares directos, cuidadores, …), siendo la figura de apego principal la madre. Una adecuada relación con las figuras de apego conlleva sentimientos de seguridad asociados a su proximidad o contacto y su perdida, real o imaginaria genera angustia.
Para fomentar un apego seguro es necesario:
1.- El tacto, la cercanía y el contacto visual.
2.- Estar en sintonía emocional.
3.- Un ambiente seguro que proporcione contención emocional.
4.- Compartir momentos felices, juegos, diversión…
Por todo esto, dedicar tiempo de calidad a nuestros hijos es muy importante ya que tiempos insuficientes o de mala calidad pueden determinar en nuestros hijos pequeños, inseguridad, miedos y retraimiento.
En otros casos donde se han producidos rupturas traumáticas en el lazo afectivo madre-hijo abandono, maltrato, separaciones, niños ingresados en centro de acogida, niños adoptados…) las consecuencias emocionales son mucho más graves.
Cuanto antes se inicie la intervención para reponer o reforzar el vinculo afectivo, tras la aparición de los primeros síntomas, mejor será la evolución.